Siglo XIX


Mientras se encontraba un candidato a la corona de México, se había instalado una Junta de Gobierno Provisional. Meses después, en 1822, Agustín de Iturbide se hizo proclamar Emperador de México. En aquel tiempo, formaban parte del territorio mexicano el antiguo virreinato de Nueva España y la Capitanía General de Guatemala. El Primer Imperio Mexicano duró unos pocos meses. Se vio envuelto en una crisis, derivada de la necesidad de pagar los daños provocados por los once años de revolución independentista, y de su enfrentamiento contra los republicanos. En 1823, Antonio López de Santa Anna y Vicente Guerrero proclamaron el Plan de Casamata, que desconoció el gobierno de Iturbide y anunciaba la instauración de una República. Derrotado, el emperador se exilió y el imperio quedó disuelto con la separación de las Provincias Unidas del Centro de América.
Tras un breve interludio, presidido por otra Junta Provisional, en 1824 el Congreso Constituyente promulgó la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, conocida como la Constitución de 1824. El documento señalaba que la Nación adoptaría un gobierno federal con división de poderes. El Congreso convocó a elecciones, en las que resultó triunfador Guadalupe Victoria para el período de 1824-1828. Concluida la presidencia de Victoria, la vida política mexicana se tornó inestable debido a las pugnas entre la antigua aristocracia y el pequeño grupo de burgueses liberales del país. El personaje central a lo largo de la primera mitad del siglo XIX fue Antonio López de Santa Anna. Ascendió al poder once veces; cinco de ellas como abanderado de los liberales y las otras seis como conservador.

En 1833 tuvo lugar la primera reforma liberal del Estado, encabezada por Valentín Gómez Farías (quien era a la sazón presidente interino, pues Santa Anna se había retirado a descansar a su hacienda) y José María Luis Mora. Dicha reforma concluyó en la instalación de una república centralista. En 1835 fueron promulgadas las Siete Leyes, nombre dado a la constitución de corte centralista cuya vigencia ocasionó la declaración de independencia de Zacatecas y Texas. Este último territorio, perteneciente al estado de Coahuila y Texas, se separó de México en 1836. Cinco años más tarde la República de Yucatán declaró su independencia, y no se reincorporaría definitivamente a México hasta 1848.

El desastre de la primera república unitaria desembocó en el restablecimiento de la Constitución de 1824, pero el 6 de enero de 1843 fue proclamada la Segunda República Centralista, encabezada por Santa Anna. Incapaz de enfrentar la invasión estadounidense, el gobierno central fue sustituido nuevamente por uno federal, que comenzó el 22 de agosto de 1846. En este tiempo, México enfrentaba la guerra con Estados Unidos. Este país se anexó la República de Texas en 1841, y en 1846 reclamó --infundadamente-- la posesión de la franja comprendida entre los ríos Bravo y Nueces. La ocupación estadounidense duró de 1847 hasta 1848, y concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo y la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano.
Los primeros años después de la invasión estadounidense fueron más o menos tranquilos, pero los nuevos conflictos originados entre liberales y conservadores ocasionaron la llegada --por undécima ocasión-- de Santa Anna al poder (1853-1855). Santa Anna se nombró Dictador de México y gobernó con el título de Su Alteza Serenísima por ley constitucional. Mientras tanto, el país estaba en bancarrota y el gobierno era sumamente corrupto. Por ello, en 1854 los liberales se fueron a la guerra, amparados en el Plan de Ayutla y encabezados por Juan Álvarez e Ignacio Comonfort. La Revolución de Ayutla desterró a Santa Anna y puso de interino a Álvarez. Su sucesor, Comonfort, promovió la promulgación de varias leyes liberales (Leyes de Reforma) que establecieron la separación entre el Estado mexicano y la Iglesia Católica y anularon los privilegios de las corporaciones. Según el Plan de Tacubaya, los conservadores desconocieron el gobierno de Comonfort y nombraron un presidente provisional, iniciando la Guerra de los Tres años, también conocida como Guerra de Reforma porque en su transcurso se promulgaron algunas de las Leyes de Reforma.

Tras la renuncia de Comonfort, Benito Juárez ocupó el 15 de enero de 1858 la presidencia interina de la república. Convocó a un nuevo constituyente que promulgó la nueva constitución mexicana, de orientación liberal. La Guerra de Reforma concluyó con la victoria de los liberales en enero de 1861. En ese mismo año, el gobierno de la República decretó la suspensión de pagos de la deuda externa. Francia, uno de sus principales acreedores, instó a España e Inglaterra a presionar por la vía militar al gobierno mexicano. La marina de los aliados llegó a Veracruz en febrero de 1862. El gobierno mexicano se aprestó a negociar por la vía diplomática, y logró el retiro de los ingleses y españoles.
Los franceses, por su parte, dieron comienzo a las hostilidades militares con el desembarque de tropas en Veracruz. El primer enfrentamiento fue la batalla de Puebla, ganada por el ejército de Ignacio Zaragoza y las milicias populares, aunque también durante la campaña hubo victorias para los franceses. La capital fue ocupada en junio de 1863. El gobierno republicano fue perseguido por los franceses hasta establecerse en Paso del Norte. Mientras tanto, el 10 de julio la Asamblea de Notables reunida en la capital nombró emperador de México a Maximiliano de Habsburgo. El Segundo Imperio Mexicano duró hasta 1867, con la derrota de los franceses y la rendición de los conservadores y el fusilamiento del emperador en Santiago de Querétaro.

Juárez siguió en el poder hasta su muerte el 18 de julio de 1872. Los últimos años de su gobierno fueron duramente criticados por las diversas facciones en que se habían dividido los liberales, algunos consideraban que no era propio de un demócrata un gobierno de 14 años. A la muerte de Juárez ocupó la presidencia Lerdo de Tejada, que elevó a rango de ley constitucional las leyes radicales de Reforma promulgadas entre 1855 y 1856. Lerdo intentó reelegirse, pero los porfiristas se levantaron en armas y lo derrocaron. Porfirio Díaz ocupó la presidencia en 1876.

Así comenzó el período en la historia de México conocido como Porfiriato. En este período las Leyes de Reforma (en especial, la Ley Lerdo) sirvieron de marco para favorecer la concentración de tierras. Los campesinos eran enganchados para trabajar en las haciendas, y algunos grupos indígenas que se mostraban particularmente rebeldes, como los yaquis y los mayas fueron desterrados de sus lugares origen y obligados a trabajar hasta la muerte en lugares como Valle Nacional, el valle del río Yaqui o Yucatán.

El gobierno de Díaz privilegiaba la inversión extranjera. La mayor parte del capital invertido en México era francés, y en importancia seguían las inversiones inglesas, estadounidenses, alemanas y españolas. Cuando Díaz apuntó que México estaba listo para la democracia en una entrevista, algunos personajes le tomaron la palabra y se presentaron a las elecciones de 1910, pero Francisco I. Madero, quien era el probable ganador de la contienda, es encarcelado en San Luis Potosí. Díaz resulta electo en los comicios junto con Ramón Corral y así inició la Revolución Mexicana.

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