Oaxaca


La región oaxaqueña fue desde la época mesoamericana una de las más diversas. Se trata de un territorio sumamente montañoso, enmarcado por la Sierra Madre del Sur y el Escudo Mixteco. Incluye una porción de la cuenca del río Balsas, caracterizada por su sequedad y complicado relieve. Sus cauces de agua son cortos y de poca capacidad. En ese sentido, se parece bastante a la región del Centro de México.

Dos fueron los escenarios principales de la historia cultural de los pueblos oaxaqueños. Por un lado, los valles Centrales de Oaxaca vieron el desarrollo de la cultura zapoteca, una de las más antiguas y conocidas del ámbito mesoamericano. Esta cultura se desarrolló a partir de los cacicazgos regionales que controlaban la tierra de cultivo (muy fértil, aunque demasiado seca) de los pequeños valles de Etla, Tlacolula y Miahuatlán. Algunos de los primeros ejemplos de gran arquitectura en Mesoamérica pertenecen a esta región, como el centro ceremonial de San José Mogote. La hegemonía de este centro ceremonial en la región del Valle, pasó a manos de Monte Albán, la capital clásica de los zapotecos. La caída de Teotihuacán en el siglo VIII d. C. permitió el mayor apogeo de la cultura zapoteca. Sin embargo, la ciudad de Monte Albán fue abandonada en el siglo X d. C., y dio lugar a una serie de centros regionales que se disputaban la hegemonía política.

Al poniente de los valles Centrales, se localiza la región Mixteca. Se trata de un terreno sumamente montañoso de altitudes muy variables, que llegan a más de 3000 msnm. Los climas varían del templado de montaña al trópico seco, y en general la lluvia es escasa. Existen pocas corrientes superficiales de agua, y en la actualidad, buena parte de la zona presenta un grado de deforestación alarmante derivado de la agricultura de roza practicada por los antiguos habitantes de la región. La Mixteca es también una zona ocupada desde tiempos inmemoriales. Ya desde el período Preclásico se habían formado en la región algunos núcleos de población importantes, como Yucuita y Cerro de las Minas. Sin embargo, las capitales mixtecas no alcanzaron nunca la magnitud de sus vecinas zapotecas. El mayor apogeo de la cultura mixteca fue alcanzado en el período Posclásico, cuando el señor Ocho Venado de Tututepec y Tilantongo emprendió una campaña de unificación política de las ciudades-estado mixtecas y llegó a ocupar los Valles Centrales de Oaxaca.

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