Viaje al más allá


En este período se concebían varios tipos de más allá y por ende practicaban varios tipos de funerales: simples o múltiples, fosas, cámaras mamposteadas, urnas, etc. Además de esto también practicaban la cremación, pero hoy se sabe que según el rango social que ocupara una persona, o el tipo de muerte que se tuviera, eran ambos factores los que determinaban el tipo de entierro. Con todo esto se llegaba a una conclusión: la idea de un viaje post mórtem, y la tumba era el punto de partida al más allá. Los mesoamericanos creían en tres destinos: el viaje celeste aquí solamente se encontraban los que habían muerto en el campo de batalla, en la piedra de sacrificios o las mujeres muertas en el parto. Este destino se conocía como Cincalco (casa del maíz). El segundo era el viaje al inframundo que consistía en una peregrinación subterránea que conduciría a los muertos al extremo norte del mundo. Este lugar se llamaba Mictlán (lugar de los muertos). El tercer destino era el viaje hacia el paraíso del sol, que se encontraba con dirección este. Se trataba de un sitio dominado por el sol, y en náhuatl se le daba el nombre de Tonatiuhichan (casa del sol).

En cada entierro se tenía que colocar alimento y bebidas depositados en instrumentos de barro para que el muerto se pudiera alimentar durante el viaje; también se colocaban máscaras para protegerlos del frío; y en la actualidad algunos indígenas colocan pesos entre los dedos del difunto para poder cubrir los viáticos durante el camino.

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