Javier Solís


Fue el primero de los tres hijos del matrimonio formado por Francisco Siria Mora de oficio panadero y Juana Levario Plata, comerciante. Ésta última poseía un puesto de venta en un mercado público y debido al abandono por su esposo y al tiempo que le demandaba su trabajo, decidió en Abril de 1932 dejar a Gabriel en casa de sus tíos Valentín Levario Plata y Ángela López Martínez. De hecho, el futuro artista siempre los consideró sus verdaderos padres.

Logró estudiar hasta el 5º año de educación en escuelas ubicadas en el barrio de Tacubaya, donde creció. En estas escuelas, comienzan sus inquietudes artísticas, pues solía participar como cantante en los festivales escolares. Sin embargo, deja de asistir a la escuela, para ayudar en los gastos domésticos y trabaja como recolector de huesos y vidrios. Posteriormente, trabajó trasladando mercancías en un automercado. En noviembre de 1939, fallece su madre adoptiva lo cual le afectó durante mucho tiempo. Sin embargo, el futuro cantante debió sobreponerse y continuó trabajando en oficios como panadero, carnicero, cargador de canastas en el mercado y lavador de automóviles. Luego se interesaría por el deporte, llegando a ser gran aficionado al box, al béisbol y al futbol.

Sin embargo es su inquietud de cantar, la que hace que empiece a cantar tangos y a presentarse en lugares públicos de espectáculos, conocidos como carpas. Su primera oportunidad, se la ofreció Manuel Garay, quien era payaso de profesión y administrador del Teatro Salón Obrero. Ahí fue donde se puso como sobrenombre artístico Javier Luquín y participaba en concursos de aficionados, llegando a ganar en más de una ocasión un par de zapatos donados por una zapatería del lugar. Continúa trabajando en carnicerías y en una de ellas, su propietario David Lara Ríos, dándose cuenta de las habilidades del joven intérprete le paga clases de canto con el Maestro Noé Quintero, quien había sido maestro de vocalización de cantantes reconocidos para la época.

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